viernes, 29 de marzo de 2013

Tinchi relajado


Quienes conocen a Tinchi saben lo que es: entrador, petizo, ganador, flaquito, pequeño, siempre triunfante, sobrador, seductor, mujeriego, desfachatado, siempre dispuesto a dar una sonrisa o un “Te lo dije”…
     En el jardín las compañeras y sus docentes hablan maravillas de él, de su corrección, de su encanto, de su tranquilidad, de lo ordenado que es…
     Me preguntaba qué es lo que hace tan diferente un hermano de otro… creo que depende en gran medida, además de lo genético, de nosotras sus MADRES.
     Con Tato teníamos la expectativa de ser o aspirar a madres perfectas, presentes en el cole, en el club, en pileta, en la vida… por duplicado… como dos veces bueno… pero la vida nos enseñó que esa lógica solo se da en las matemáticas y que la vida es otra cosa, estábamos presentes, o estábamos doblemente ausentes, o fallábamos, y nos complementábamos o no… como en toda familia…
     Con Tinchi las cosas fueron distintas… partimos de la base de poder equivocarnos, que ningún error es irreparable, que de algún modo las cosas saldrán… y nos salió un segundo hijo, lleno de disfrute y despreocupación.

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