martes, 10 de mayo de 2011

Mal de amores y dilemas

Uno comienza en la vida siendo hijo: aprendiendo, acertando, equivocándose… uno crece anotando en su memoria aquellas cosas de las cuales no volvería a realizar o a repetir de sus propios padres, cuestionando todo y creyendo que es fácil darse cuenta cuando se está o no en lo cierto.
Tato está grande, por cumplir 9, los vellos rubios poblan de a poquito sus piernas y su corazón se va llenando abruptamente de sentimientos de amor. Él siempre fue medio enamoradizo, pero con menos años, sus desamores eran calmados con un masticable o un chocolate… ahora eso no basta…
El otro día llegó muy triste porque sentía que esa niñita a quien desea no lo quería más, que estaba mirando a otro… Intenté explicarle desde la razón, desde el corazón, llenarlo de besos y abrazos, pero nada alcanzó… tuve la oscura tentación de llamar a la madre de la niña y rogarle que su hija aclarara la situación… no sabía qué hacer… (menos mal que no hice nada más que esperar)
Siempre intentamos con Triana alcanzarles el cielo con las manos a nuestros hijos, pero hay un momento de la vida en que algunos dolores son necesarios e inevitables, que a la vez nos van formando como seres de bien.
Al día siguiente todo había pasado, Tato fue maravillado con una canción cantada por esa hermosa niña.