viernes, 29 de marzo de 2013

Proyecto 2011: Isla de Pascua (averiguaciones)


     Vuelo: Despegar.com 0810-7771010.
               LAN 0810- 9999-526.
     Salida: Octubre 2011- 11.000 pesos o 2760 dólares los 4.
     Hospedaje: Hostal Tojika 0056-9935-80810.
     Hostal_tojika@hotmail.com y hablar con Jimena Flora Pont Icka quien te va a indicar de modo muy amable, como proceder para  (tener en cuenta que le vale la reserva.
Imperdibles!!!
·         Misa de Hanga Roa (Domingo)
·         Playa Anakena (arenas blancas)
·         Playa de Ovacke (arena rosa)
·         Parque Nacional Rapanui (aprox. 60 dólares adultos y 10 dól niños. Tener en cuenta que el vale es por 7 días y se puede usar también para el Volcan Orongo, Rano Kau y Rano Raraku)
·         Cementerio.
·         Amanecer en Ahu Tangariki.

Día 1: Llegada- Hostal Tojika- Caleta Hanga Piko- Cementerio
    Finalmente viajamos por LAN, desde Buenos Aires arribamos a Santiago de Chile (una hora) y tuvimos la alegría de que nos recibieran unas queridas chilenas, que habían estado en casa el año anterior y con quienes entablamos una linda amistad. Estuvimos toda la noche charlando y temprano nos fuimos a tomar el avión a la Isla. (Hay vuelos que uno lo puede acomodar con menos horas de espera, nosotros lo arreglamos adrede así para poder estar con nuestras amigas.) El viaje a la isla es de 6 horas desde el continente, te permiten llevar un plus de peso, ya que existe la opción de llevar algunos productos que allí son muy caros (agua) o no son fáciles de encontrar.
     Los chicos estuvieron entretenidos, mirando pelis y jugando a videojuegos.
     Llegamos, nos esperaba Jimena con un collar hecho de flores del lugar y una sonrisa amplia que permanecería durante toda nuestra estadía. Cargamos todo el equipaje a la camioneta y rumbeamos al Hostal.
     El Hostal Tojika se encuentra al lado del camping, su vista es impresionante: un mar bravío chocando con las piedras, un atardecer donde el sol dora y enceguece quien se encuentra en el lugar.
     Nuestra habitación era cuádruple, a un muy buen precio, con baño privado,  y compartíamos la cocina y el living con los otros viajeros.
     Dejamos todo en la habitación, el grado de excitación que teníamos hizo que rápidamente nos vayamos a caminar. Es rara la primera sensación que provoca un lugar y luego a lo largo de los días cómo va variando, se va haciendo familiar.
     Nos acercamos a un lugar con algunos barcos medianos y pequeños, atraídos por una tortuga grande que descansaba en la orilla. Era la caleta de Hanga Piko. Es de suma importancia, ya que ahí llegan los barcos que traen abastecimiento a la Isla desde el continente. Es un lugar ideal para realizar excursiones y actividades de buceo.
     El clima en Octubre es cálido, con pequeñas lloviznas intermitentes, que no impiden la caminata. Bordeamos la costa, vimos varios moais, una rosa de los vientos que nos indicaba lo inhóspito del lugar en el que estábamos.
     Entramos al cementerio con mucho respeto, respirando la cultura del lugar, con símbolos que representan sus creencias, en un lenguaje de ellos.
     Ya agotados, nos sentamos en el pasto frente al cementerio y contemplamos la caída del sol, sintiendo que estábamos presenciando un espectáculo único en el universo.

Día 2: Misa de Hanga Roa- Cantera de Rano Raraku- Playa Anakena- Ombligo del mundo

    
     Era domingo, el único domingo que estaríamos en la Isla. Nos levantamos y al ir a prepararnos el desayuno, Jimena  (la dueña del hostal) nos había dejado una bandeja con frutos tropicales para que degustásemos.
     Partimos hacia la Iglesia del lugar, desde bastante antes se escuchaba el alegre cantar de los isleños, como un coro organizado. Al ingresar nos sorprendió que quienes cantaban era la misma gente del pueblo. Mezclados con los símbolos cristianos, estaban los de los rapanui.
     Apenas terminó, Fernando nuestro guía, nos esperaba para ir a la cantera de Rano Raraku.
     Abonamos la entrada que luego nos serviría para todos los otros parques.
     En este lugar hay que caminar mucho, Tinchi iba de un hombro a otro de Triana y mío, nos costó bastante la caminata, pero valió la pena.
     Lo llaman la fábrica de los moais, en este lugar se dice que fabricaban todas las esculturas de la isla, hay muchísimos!!! está el moais más grande y otro que es el único descubierto, que está arrodillado.
     Es un lugar maravilloso, impresionante, es el lugar más impactante de toda la isla para mi.
    Por la tarde, nuestro guía, auténtico Rapanui, alto, moreno, cabello lacio y largo, enérgico, nos iba  a sorprender con un almuerzo (empanada gigante frita de pescado) junto al mar, en la playa Anakena, es una playa de aguas cristalinas, palmeras, con un Ahu muy importante. Es hermosa, prometimos volver.
     El día aún no había terminado, subimos a la combi y llegamos a un sitio enigmático, donde hay una roca redondeada, de consistencia similar a metal y piedra, llamado el ombligo del mundo. Nos contaron que en los antepasados había una roca idéntica, que se quedó cada una dos jefes de clanes que eran hermanos. Se enojaron y uno arrojó la roca al mar y está aún perdida.
     Se dice que en ese lugar los relojes se alteran, se mueven los péndulos, se curan los males que nos puedan aquejar.

Día 3: Buceo en Playa Ovahe

     Salvo el primer día, que llovizno, el clima en la isla fue soleado, cálido y húmedo.
     Pactamos con una compañía de turismo realizar buceo en una playa.
     Luego de unos minutos de viaje, bajamos a un lugar paradisíaco, de arenas rosas y mar calmo turquesa, la playa Ovahe.
     Era difícil limitar los sentidos para sólo escuchar el curso de buceo, la mirada se perdía en los colores de la naturaleza.
     Salvo para Tato, que ya había buceado en Argentina, para Triana y para mí era la primera vez que lo haríamos y Tinchi, muy pequeño aún, jugueteaba entre el agua y revolcarse por la arena.
     Primero fue Tato, luego Triana y al llegar a mi turno, mi estómago se revolvía de ansiedad. El instructor que nos había recomendado Jimena, muy bueno, se tomó todo el tiempo para tranquilizarme y comenzar el descenso.
     Apenas me sumergí por completo, un universo más rico comenzaba a aparecer: peces de todos los colores, algas, pececitos globo, peces trompeta, andaban sin asustarse de mi presencia.
     A mi gusto cometí el error de mirar hacia arriba… vi que tenía sobre mi, 10 metros de océano, con mucha fauna,  y mi respiración comenzó a acelerarse. Tuve miedo de que algo me sucediera, pensé en los niños, que al ser yo su mamá biológica y no estar aún casadas, Triana a nivel legal aún no tenía ningún derecho sobre ellos… Comencé a hacer la señal de que me llevara a la superficie, trató de calmarme y lo logré por segundos… pensé: ¿Para qué seguir? Y volví con Tinchi a jugar un rato más en la arena.
     Prometo volver a bucear en otra ocasión.
Día 4: Puna Pau- Ahu Akivi- Tahai

     Nos volvía a pasar que cada vez lo pasábamos más lindo. Ayer festejamos los 4 porque cumplimos 12 años y medio de estar juntas.
     Nuestra idea era alquilar 3 bicicletas para recorrer la isla, pero al llegar al lugar, comprobamos que nos salía lo mismo alquilar un auto, terminamos con esa opción.
      Fuimos a Puna Pau, que es una cantera en un cráter, de escoria roja, que los rapanui utilizaban para realizar los sombreros (pukao) de los moais. Muchos pukaos están como rodando por laderas verdes, como abandonados.
     Luego fuimos a otro de mis lugares preferidos: a Ahu Akivi. Este sitio fue el primer restaurado de toda la isla, es una de las pocas plataformas que aparecen siete moais mirando hacia el mar, que dicen que representan a los 7 navegantes enviados por el rey Hotu Matua a investigar la isla.
     Durante todo el trayecto se observa miles de caballos salvajes cabalgando juntos, llegamos a ver el atardecer a Tahai por segunda vez.

Día 5: volvimos a Playa Anakena

     Nos levantamos temprano, planeando ir en auto a la Playa Anakena. Triana y Tato llevaron sus propios snorkel, yo me quedé en la orilla con Tinchi jugando, tenía frío para meterme.
     Estuvieron largo rato metidos en el agua cristalina, persiguiendo un pez trompeta que los llevó a la profundidad, pero el mar allí en ese sector es tan calmo que no tuvieron miedo.
     A la tarde volvimos al hostal, decidimos quedarnos allí a disfrutarlo. Nos hartamos de comer palta, papaya, mientras se escuchaba el sonido del mar romper en las piedras.
     Al salir de Buenos Aires nos olvidamos el equipo de mate, Triana construyó una bombilla, conseguimos en una tienda una yerba mate vencida y “mateamos” con una vista maravillosa.

Día 6: Cuevas-  Buceo en Anakena- Show nocturno
     Los días se nos iban escurriendo entre los dedos, demasiado veloces. Fuimos temprano con nuestro guía a unas cuevas: recorrimos como 300 metros bajo tierra y en otra entramos por un hueco muy pequeño y finalizaba uno de sus túneles en el borde de un acantilado, con una vista imperdible. Dicen que toda la isla está llena de túneles, algunos aún no investigados, donde los habitantes originarios del lugar se escondían en época de guerra y plantaban distintos arbustos comestibles para subsistir. Aún se observan vestigios de antiguas civilizaciones en su vida cotidiana.
     A la tarde volvimos a Anakena, esta vez a bucear… como Tinchi era muy pequeño, tuve que quedarme con él y se fueron a realizar el paseo submarino Triana y Tato. Al finalizar, comimos unos ricos pescados asados sobre hoja de palmera, deliciosos.
     Por la noche, con la última energía que nos quedaba, fuimos a ver un show de Kari- Kari, un grupo del lugar, que realizan danzas rituales, nativas.
     Cuando ya los niños dormían, hablamos mucho con Triana de los sueños, los proyectos y cómo cambiar nuestro destino.

Día 7: Papa Vaka- Rano Raraku- Volcán Orongo
     Hoy salimos solos otra vez, con ese dejo de añoranza de recorrer distintos lugares, sin saber si los volveremos a ver.
     Al primer lugar que fuimos fue a los Petroglifos de Papa Vaka, donde han quedado grabadas distintas inscripciones que hablan de la vida marina.
     Volvimos a Rano Raraku, la fábrica de los moais… qué habrá sucedido para que todo quedara así como arrojado desde el cielo, abandonado, aún hoy es un misterio.
     Volvimos al pueblo y compramos algunos recuerdos, sin dejar de pasar por las empanadas de la Tía Berta, económicas y deliciosas.
     Al atardecer fuimos al Volcán Orongo, otra maravilla de la naturaleza imperdible.

Despedida

     Nos levantamos y terminamos de hacer las valijas, desayunamos afuera viendo como el día comenzaba.
     La Isla de Pascua no nos dejó a ninguno de los cuatro igual… nos unió como familia, nos hizo sentir que uno de nuestros mayores deseos es convertirnos en viajeros.
     Tomamos el avión a Santiago de Chile y luego el vuelo que nos hizo llegar a Buenos Aires.
     Gastamos en total por persona: (viaje, hostal, comidas y regalitos) 1188 dólares.









Salta y Jujuy


     Nos levantamos temprano con la idea de retornar a Buenos Aires, apenas podía caminar, rengueaba, usando muletas, casi en silencio y consternación nos pusimos a hacer todo el equipaje. Tato, nuestro niño mayor dijo: “Las vacaciones no deben ser perfectas, pero si inolvidables…” Silencio y luego Triana dijo: “ Y si seguimos?”… rumbeamos para el lado contrario y partimos a Salta. Luego de 300 km de paisajes maravillosos llegamos a la Capital.
     Qué belleza su estilo colonial, nos recordó a pequeños pueblos españoles.
     Fuimos al Museo de Alta Montaña donde se exponía las momias de niños incas entregados en sacrificio en la montaña. Era un lugar muy especial, ni siquiera se nos ocurría sacar fotos.
     Salimos y luego de una parrillada, nos fuimos la teleférico, viviendo mi realidad de lisiada, topándome con todas las dificultades que otras personas deben cruzarse a diario.
      Llegamos a las 9 de la noche a Tumbaya, donde íbamos a quedarnos esa noche, pero parecía un pueblo fantasma, no encontramos a ningún ser humano! Finalmente seguimos unos pocos kilómetros a Purmamarca, donde nos hospedamos en una cabaña de piedra.
     Desayunamos dulces y panes típicos jujeños y comenzamos el trayecto hacia las salinas grandes. Al más pequeño le hizo muy mal la altura y vomitó todo el tiempo.
     Triana y Tato se bajaron y disfrutaron del paisaje, con Tinchi los veíamos retozar desde el auto. A la salida con nuestro ánimo aventurero, tomamos el trayecto de tierra de la vieja ruta 40 (no recomendable si amas demasiado a tu auto) y llegamos después de muchos saltos al Pueblo de Abra Pampa.
     Lo primero que nos llamó la atención fue que el cementerio era casi más grande que el pueblo mismo, la gente se la veía agotada, con cara de resignados.
     Conseguimos solo un hotel para quedarnos, donde el dueño nos explicó que es un pueblo absolutamente contaminado, por las minerías que se instalan en ese sitio.
     Triana llevó a Tinchi a una salita y lo trataron porque se había deshidratado. Agotados.
     Ya era el día 22 de viaje, temprano nos fuimos a a la Quiaca, Triana y Tato cruzaron a Bolivia, Villazón, cumpliendo nuestro objetivo!
     Ahora el regreso comenzaba: almorzamos en Humahuaca y pasamos nuevamente por Tucumán donde hicimos noche allí.
     Tres días más tarde, llegamos a Buenos Aires, el equipo algo roto, agotado (especialmente Triana) pero con la misión cumplida.
Jujuy: hospedaje con Cerro de 7 colores




Salar de Córdoba


Tucumán, capítulo aparte


Llegamos a Tafí del Valle y el camino a la ciudad era sinuoso. Queríamos ir a un bello espectáculo de luces y sonidos en la casa histórica, pero no sé por qué motivo estaba cerrada. Nos hospedamos en un lindo hostel.
     Al día siguiente partimos de la ciudad sin saber que  pronto volveríamos.
Volvimos a recorrer los caminos de Tafí del Valle y llegamos para hacer noche en Amaicha del Valle, para ir al día siguiente a la ruina de los Quilmes.
     Amaicha del Valle es un bello pueblo formado por clanes de pueblos originarios, donde rinden honor a la Pacha Mama.
     Tenía mucho de enigmático, parecía todo el tiempo detenerse en un atardecer eterno. A las 21 horas salimos a cenar, bajando un cordón de la vereda caí quebrándome la rótula en una calle de piedra. Me trasladaron a la capital tucumana, me tuvieron que operar y permanecimos 9 días en ese lugar.

Casa histórica.
Tafí del Valle

Caída y rotura