lunes, 8 de octubre de 2012

Reflexiones prematrimoniales


     Dentro de pocos días nos casamos.
     En mi infancia me contaron que llegaría algún día un príncipe enamorado, del cual también me enamoraría, nos casaríamos y seríamos felices comiendo perdices.
     En mi pubertad me la pasé esperando a “ese” príncipe, buscando en la mirada de cada compañero de cole, esa señal secreta.
     En mi adolescencia vestí de príncipe a cada joven con el qué salí y tuve la sensación de que lo que hablaban del amor estaba un poco exagerado e inflado por mis compañeras de secundario.
     Entrada mi juventud, a mis 20, me enamoré por primera vez… no era príncipe, era princesa, descubrí que el envase del amor no era tan importante…
     Hace 13 años y medio atrás conocí a Triana, las dos lucíamos como princesas, lindas, esbeltas, dulces y conquistadoras. Decidimos convivir, planeamos juntas nuestro primer hijo, felices…
     No todo fueron rosas en el camino, pequeños grandes desencuentros lograron separarnos durante un tiempo, sacar primero todo lo monstruoso de cada una, luego las frustraciones, decepciones… Meses más tarde, maduración por medio,  nos volvimos a elegir para toda la vida…
     En la actualidad, estoy de un modo bien distinto al que me había imaginado para este momento: peleando con mis rollitos, planificando poco mi vestimenta donde además no será vestido largo, con mi rodilla izquierda al estilo Frankestein, contentándose con no renguear …
     Me di cuenta de una cosa: no importa si sos sapo, lo importante es poder encontrar a alguien que te vea y elija cual si fueras princesa… si, como la de los cuentos que nos contaban de niñas.



viernes, 5 de octubre de 2012

Prenupcial


Y si… si me hubieran preguntado quien se portaría peor en la espera de los análisis prenupciales, hubiera asegurado que Tinchi ganaba el concurso… pero no fue así.
     Y si me hubieran preguntado hace 5 años si íbamos a poder casarnos… hubiera dicho que era imposible.
     Nos habían dado fecha hace como un mes, para realizar esta previa antes del casamiento… el prenupcial (que consiste en sacar sangre a cada una de las contrayentes, por una antigua legislación, con la finalidad de corroborar que no padezcamos enfermedades venéreas) si, ¡nos casaremos pronto! Y nos levantamos esta mañana las dos descompuestas del estómago, generando dificultades para cumplir con la puntualidad necesaria en un trámite en oficina pública. Sumado a esto, que no le sucede tanto a quienes se casan y luego tienen los hijos, teníamos que llevar a Tato al colegio y a Tinchi con nosotras… todo en 15 minutos. No sé cómo, lo logramos.
     Llegamos Triana, Tinchi y yo al hospital, a una puerta blanca sin ningún cartel indicador, donde pude espiar a un señor que tenía la misma planilla impresa para presentar. Nos pusimos detrás de él.
     Ahí comenzó Triana, resoplaba nerviosa, quería salir de ahí y protestaba diciendo que es una vergüenza que no atiendan de una vez (lo dijo un segundo luego de llegar), mirando para todos lados, peleándose con una señora que buscaba pelea. Se tranquilizó cuando detrás de nosotros se pusieron dos señores que contraerían enlace, de bastante edad y la oficinista nos dio los papeles con naturalidad, sometiéndonos al mismo trato de desidia y burocracia crónica como a todos.
     Llegamos al extraccionista de sangre  que gritaba: “Haber!!! Papeles a quienes tuvieron la brillante idea de casarse, papeles!” Y ahí Triana tuvo que soportar otra cosa que no tolera: que le saquen sangre.
     Al fin terminamos este trámite, Tinchi se ganó un premio por comportarse muy bien al acompañarnos… y por ser bueno, compartió el premio con mi futura esposa, que no se lo merecía.




lunes, 13 de agosto de 2012

¿Qué queda de mí ahora que aún no me he ido?


Varias cosas siento que han cambiado en mí, pero no son suficientes…
     Hasta hace uno meses creía que lo más importante era no sobrepasarme en peso, no renguear… ahora agradezco caminar, por más que todavía lo haga con una renguera que los demás noten y yo noto cuando me lo dicen.
     A veces me ponía  a pensar qué quedará de mi cuando ya no esté, cuando muera y ahora me di cuenta que ya no se que ha quedado ahora mismo, que aún no me he ido… Necesito volver a hacer y descubrir algo que sea solo mío, que me guste, que disfrute, que me emocione, que forme parte de mi alma: cantar, escribir, leer, caminar, viajar, soñar, sonreír con tiempo… no sé por qué a veces me la paso corriendo, sintiendo que no me alcanzan las horas ni para sonreír… eso debo cambiar.