viernes, 5 de octubre de 2012

Prenupcial


Y si… si me hubieran preguntado quien se portaría peor en la espera de los análisis prenupciales, hubiera asegurado que Tinchi ganaba el concurso… pero no fue así.
     Y si me hubieran preguntado hace 5 años si íbamos a poder casarnos… hubiera dicho que era imposible.
     Nos habían dado fecha hace como un mes, para realizar esta previa antes del casamiento… el prenupcial (que consiste en sacar sangre a cada una de las contrayentes, por una antigua legislación, con la finalidad de corroborar que no padezcamos enfermedades venéreas) si, ¡nos casaremos pronto! Y nos levantamos esta mañana las dos descompuestas del estómago, generando dificultades para cumplir con la puntualidad necesaria en un trámite en oficina pública. Sumado a esto, que no le sucede tanto a quienes se casan y luego tienen los hijos, teníamos que llevar a Tato al colegio y a Tinchi con nosotras… todo en 15 minutos. No sé cómo, lo logramos.
     Llegamos Triana, Tinchi y yo al hospital, a una puerta blanca sin ningún cartel indicador, donde pude espiar a un señor que tenía la misma planilla impresa para presentar. Nos pusimos detrás de él.
     Ahí comenzó Triana, resoplaba nerviosa, quería salir de ahí y protestaba diciendo que es una vergüenza que no atiendan de una vez (lo dijo un segundo luego de llegar), mirando para todos lados, peleándose con una señora que buscaba pelea. Se tranquilizó cuando detrás de nosotros se pusieron dos señores que contraerían enlace, de bastante edad y la oficinista nos dio los papeles con naturalidad, sometiéndonos al mismo trato de desidia y burocracia crónica como a todos.
     Llegamos al extraccionista de sangre  que gritaba: “Haber!!! Papeles a quienes tuvieron la brillante idea de casarse, papeles!” Y ahí Triana tuvo que soportar otra cosa que no tolera: que le saquen sangre.
     Al fin terminamos este trámite, Tinchi se ganó un premio por comportarse muy bien al acompañarnos… y por ser bueno, compartió el premio con mi futura esposa, que no se lo merecía.




lunes, 13 de agosto de 2012

¿Qué queda de mí ahora que aún no me he ido?


Varias cosas siento que han cambiado en mí, pero no son suficientes…
     Hasta hace uno meses creía que lo más importante era no sobrepasarme en peso, no renguear… ahora agradezco caminar, por más que todavía lo haga con una renguera que los demás noten y yo noto cuando me lo dicen.
     A veces me ponía  a pensar qué quedará de mi cuando ya no esté, cuando muera y ahora me di cuenta que ya no se que ha quedado ahora mismo, que aún no me he ido… Necesito volver a hacer y descubrir algo que sea solo mío, que me guste, que disfrute, que me emocione, que forme parte de mi alma: cantar, escribir, leer, caminar, viajar, soñar, sonreír con tiempo… no sé por qué a veces me la paso corriendo, sintiendo que no me alcanzan las horas ni para sonreír… eso debo cambiar.


     

viernes, 10 de agosto de 2012

Ya pasó


El después fue para mí particularmente trágico y doloroso, lleno de incertidumbre.
     Tuve la extraña certeza de que JAMÁS volvería a viajar, que nunca podría volver a caminar…
     Más allá de lo físico en concreto, trataba de encontrar el sentido a tanta desgracia, sentía que algo no estaba haciendo bien para que esto nos pasara. Así estuve unos días, hasta hace 5,  que decidí salir, terminar con este estado y volver a aprender a caminar, ir al super con Tinchi, buscar a Tato al cole, volver a soñar con hermosos viajes que haremos los 4.
Ya pasó.