Tatito iba cursando su 2º año de jardín, tenía muchos logros a nivel lenguaje, a nivel sociabilización, ya controlaba esfínteres, pero manifestaba cierta torpeza motriz -al decir docente- costándole una cosedura de frente a los dos añitos… por eso decidimos que comenzara algún deporte. Es así que dos meses antes de cumplir sus 3 añitos empezó taekwondo.
Nunca creí que iba a ser una actividad que pudiese sostener con su corta edad, o coordinar algún movimiento, pero al poco tiempo nos encontramos con que debía participar de su primer torneo, para ascender a otro cinturón.
Era un sábado temprano, Tati se preparó con pulcritud, ayudado por su madre (o sea, yo) y partimos los tres hacia el evento. Evento que transcurrió entre fotos, baba, sonrisas, tiradas de besos y un examen excelente, donde pude ver cómo coordinaba cada paso, como respetaba a su superior.
Al finalizar el encuentro el profesor dijo: -Saluden a sus papás…
Desde la formación salió una vocecita que dijo: -Yo no tengo papá!!!! – que luego inmediatamente reconocí como la voz de mi hijo, que miraba a su maestro inquisidoramente, mientras un silencio aterrador de un segundo cubrió todo.
- Bueno, a su mamá salude.- le respondió sabiamente, mientras Tati miraba a su familia y se inclinaba respetuosamente ante ambas.
(En la actualidad continúa realizando taekwondo, sumándose hace un año Triana a las clases.)
Nunca creí que iba a ser una actividad que pudiese sostener con su corta edad, o coordinar algún movimiento, pero al poco tiempo nos encontramos con que debía participar de su primer torneo, para ascender a otro cinturón.
Era un sábado temprano, Tati se preparó con pulcritud, ayudado por su madre (o sea, yo) y partimos los tres hacia el evento. Evento que transcurrió entre fotos, baba, sonrisas, tiradas de besos y un examen excelente, donde pude ver cómo coordinaba cada paso, como respetaba a su superior.
Al finalizar el encuentro el profesor dijo: -Saluden a sus papás…
Desde la formación salió una vocecita que dijo: -Yo no tengo papá!!!! – que luego inmediatamente reconocí como la voz de mi hijo, que miraba a su maestro inquisidoramente, mientras un silencio aterrador de un segundo cubrió todo.
- Bueno, a su mamá salude.- le respondió sabiamente, mientras Tati miraba a su familia y se inclinaba respetuosamente ante ambas.
(En la actualidad continúa realizando taekwondo, sumándose hace un año Triana a las clases.)