Comenzaba la luna creciente y como dicen las que saben, pronto llegaría Tatito. La ecografia del 4º mes nos había dado la hermosa noticia de que era un varón. Toooodo estaba de color celeste, yo como un barril, pero feliz de lo malcriada, mimada, que me tenía Triana .
Toda la semana la pasábamos de médico en médico y afrontamos juntas el curso de preparto. ( Ante la mirada atónita de otras parejas.)
Llegó el día: nos habíamos acostado a la madrugada, luego de una cena ( donde comí pastel de papa, última comida donde estaba sin hijo!). A las 4 y media de la madrugada se movió Tati en mi panza y un ruidito que me despertó, me incorporé y fisuré bolsa ( me empapéeee). Corrí hasta el baño tratando de recordar los pasos siguientes, hice un llamado telefónico, desperté a Triana, me bañé y nos fuimos a internar. A las 5 y 20 llegamos al hospital y comencé el trabajo de parto, siempre con Triana al lado, que correteaba por los pasillos hospitalarios diciendo que mi nene tenía cabeza muuuuuy grande y que me dolería demasiado, que me hicieran cesarea, mientras iba con la ultima ecografía flameando. Llegué al máximo de dilatación, pero Tati, ascendió y se quedó ahi, con la colita parada. Ayyyyyyy.... luego de muchas contracciones e intentos: quirófano, me llevaron a cesárea, me alejaron de Triana, que se quedó protestando. Procedieron, y escuche un "Ohhhhh!!!! es inmenso!!!" y lo vi: hecho un rollito, las piernitas levantadas, sus huevitos, sus ojazos... lo llené de besos y le dije la frase que había planeado decirle y recordar: "Bebé te amo", pero pensé " Y esa nariz!!!!????" porque la tenía achatadita por haber estado apoyado vaya a saber donde, y seguí besándolo.
Luego de no se cuanto, me llevaron a la habitación, la 1º en entrar por supuesto fue Triana que dijo: " Viste que hermoso es? Viste lo que tenemos acá?" mientras ambas no parábamos de llorar...