“Desde aquí adentro…
¡Mi muy querida madrina!
Esta es la segunda carta que te escribo. La otra vez era tan pero tan chiquito... ahora que tengo 33 semanas en la panza de mami, ya soy todo un hombrecito.
Te cuento que ya tengo pelitos en la cabeza, que me entretengo muchas veces chupándome el dedo, otras dando vueltas y vueltas jugando a la pelota con el estómago de mami y todavía duermo mucho… está además un poco oscuro, pero como es mi casita la conozco bien, son pocas las veces que me choco con algo.
Pero quiero contarte un secreto: lo que a veces más espero del día es escuchar tu voz tan pero tan cerquita que me da fuerzas para esperar a nacer y prepararme para ese día en el que mami y yo vamos a tener que trabajar juntos… y que me digas: “hoola Panchi Panchi… jajaja… Tati, tirale un pedito a la madrina…” así me vas a llamar parece. Espero que te des cuenta que te escucho, que te respondo con golpecitos que solo nosotros dos entendemos, que te saludo, que te digo QUEREME MUCHO, ME VOY A PORTAR BIEN, dale no te duermas, seguí hablándome. ¿Dónde estás cuando no me hablás?
Siento que se acerca el día en el que nos vamos a conocer, cuando no me quedo dormido me imagino como será tu cara y la de mamá, pienso que voy a tener un poco de miedo si no me abrazan fuerte cuando ya esté afuera, es que las voy a necesitar mucho y todo allá me parecerá tan raro… Acá adentro mucha información no tengo del exterior, escucho que los doctores les hablan de mi cuerpito formándose bien, fuerte, en condiciones… pero no me parece que les hablaran de otra cosa que es igual de importante o más: de mis sentimientos, del amor con el que me desearon, me planearon y el que tengo día a día y el que yo tengo para darles… nadie habla de una adecuada traducción de mi idioma para cuando nazca… no. Todos suponen que cuando lloro solo tendré hambre: y quizás desee compañía, o quizás tenga frío o miedo… o quizás desee darles un abrazo tan pero tan grande que no me alcanzan los brazos míos para hacerlo y entonces necesito utilizar los de ustedes… Es que es tan fuerte lo que siento aquí en mi corazón… por algo es el órgano que se forma primero, porque es el que más está trabajando desde el principio. Sé en lo más profundo de mi ser que no es casual la mamá que me toca, no es casual la madrina que me toca, siento y creo que el destino de alguna manera nos hizo cruzar y que más allá de la vida podremos como ahora seguir encontrándonos, seguir comunicándonos… porque desde el amor ustedes me enseñaron que todo es posible.
Bueno, ya sé que trato querés hacer conmigo, no hace falta ni que me lo digas… que la cuide a mamá el día del parto, que salga rápido, que me porte bien y que no haga pis cuando me estén cambiando…
Te mando un beso gigante, creo que el próximo te lo voy a dar personalmente. TE AMO.
Yo.”
¡Mi muy querida madrina!
Esta es la segunda carta que te escribo. La otra vez era tan pero tan chiquito... ahora que tengo 33 semanas en la panza de mami, ya soy todo un hombrecito.
Te cuento que ya tengo pelitos en la cabeza, que me entretengo muchas veces chupándome el dedo, otras dando vueltas y vueltas jugando a la pelota con el estómago de mami y todavía duermo mucho… está además un poco oscuro, pero como es mi casita la conozco bien, son pocas las veces que me choco con algo.
Pero quiero contarte un secreto: lo que a veces más espero del día es escuchar tu voz tan pero tan cerquita que me da fuerzas para esperar a nacer y prepararme para ese día en el que mami y yo vamos a tener que trabajar juntos… y que me digas: “hoola Panchi Panchi… jajaja… Tati, tirale un pedito a la madrina…” así me vas a llamar parece. Espero que te des cuenta que te escucho, que te respondo con golpecitos que solo nosotros dos entendemos, que te saludo, que te digo QUEREME MUCHO, ME VOY A PORTAR BIEN, dale no te duermas, seguí hablándome. ¿Dónde estás cuando no me hablás?
Siento que se acerca el día en el que nos vamos a conocer, cuando no me quedo dormido me imagino como será tu cara y la de mamá, pienso que voy a tener un poco de miedo si no me abrazan fuerte cuando ya esté afuera, es que las voy a necesitar mucho y todo allá me parecerá tan raro… Acá adentro mucha información no tengo del exterior, escucho que los doctores les hablan de mi cuerpito formándose bien, fuerte, en condiciones… pero no me parece que les hablaran de otra cosa que es igual de importante o más: de mis sentimientos, del amor con el que me desearon, me planearon y el que tengo día a día y el que yo tengo para darles… nadie habla de una adecuada traducción de mi idioma para cuando nazca… no. Todos suponen que cuando lloro solo tendré hambre: y quizás desee compañía, o quizás tenga frío o miedo… o quizás desee darles un abrazo tan pero tan grande que no me alcanzan los brazos míos para hacerlo y entonces necesito utilizar los de ustedes… Es que es tan fuerte lo que siento aquí en mi corazón… por algo es el órgano que se forma primero, porque es el que más está trabajando desde el principio. Sé en lo más profundo de mi ser que no es casual la mamá que me toca, no es casual la madrina que me toca, siento y creo que el destino de alguna manera nos hizo cruzar y que más allá de la vida podremos como ahora seguir encontrándonos, seguir comunicándonos… porque desde el amor ustedes me enseñaron que todo es posible.
Bueno, ya sé que trato querés hacer conmigo, no hace falta ni que me lo digas… que la cuide a mamá el día del parto, que salga rápido, que me porte bien y que no haga pis cuando me estén cambiando…
Te mando un beso gigante, creo que el próximo te lo voy a dar personalmente. TE AMO.
Yo.”