Los primeros calores de verano, corridas a la salida del trabajo, voy a buscar a Tinchi a su jardincito.
La seño me dice que es divino, maravilloso, pero que no para un segundo, y que se va con una mordida de una amiguita, bien… están en la edad donde se reconocen e interactúan de ese modo, época brava donde los humanos comenzamos a registrar la presencia del otro par de ese modo, el más allá de nuestra familia.
Sale medio dormido, todo transpirado, con muestras en su guardapolvo de comida, témperas, mocos, galletitas picadas en los bolsillos… me da mucha ternura y atino a darle un beso. Levanta su cabeza y me dice: “No mami, beso vo no… beso Sopi…”
“Tinchi… ¿quién es Sopi?”
“Sopi e nena me da beso… (Hace que agarra un celular y que yo hablo por teléfono) soy mamá… ¿Sopi? Tinchi e mio eh? Chau”
Al día siguiente indagando con la seño pude averiguar que Sopi, es una nena de una salita más grande, que lo abraza y besa acaloradamente cuando llega.
La seño me dice que es divino, maravilloso, pero que no para un segundo, y que se va con una mordida de una amiguita, bien… están en la edad donde se reconocen e interactúan de ese modo, época brava donde los humanos comenzamos a registrar la presencia del otro par de ese modo, el más allá de nuestra familia.
Sale medio dormido, todo transpirado, con muestras en su guardapolvo de comida, témperas, mocos, galletitas picadas en los bolsillos… me da mucha ternura y atino a darle un beso. Levanta su cabeza y me dice: “No mami, beso vo no… beso Sopi…”
“Tinchi… ¿quién es Sopi?”
“Sopi e nena me da beso… (Hace que agarra un celular y que yo hablo por teléfono) soy mamá… ¿Sopi? Tinchi e mio eh? Chau”
Al día siguiente indagando con la seño pude averiguar que Sopi, es una nena de una salita más grande, que lo abraza y besa acaloradamente cuando llega.