- Mamá, ¿los regalos de Reyes los ponen ustedes dos? - ¿Cómo hijo?- le dije para tener unos segundo en elaborar una respuesta. - ¿Ustedes son los Reyes? - ¿Qué querés que te conteste, qué querés escuchar, la verdad? - Si, la verdad. - ¿Vos que creés? - Que los Reyes son ustedes, porque no pueden pasar por el balcón. - Los Reyes Magos no existen…- dije con un nudo en la garganta. - ¿Y Santa? ¿Santa si o no? - ¿Con la verdad? Tampoco. - ¡Odio a los adultos con sus mentiras!- sus ojazos verdes se llenaron de lágrimas, junto a los míos. Intenté hablar, contando historias de San Nicolás, de los Reyes Magos… pero preferí abrazarlo. - Hijo, hubieras preferido que nunca te hubiera contado la historia de los Reyes, de Santa o del Ratón Perez? - Mami, prefiero haber creído aunque sea una vez, porque cuando creí fui feliz. ¿Queda alguna otra mentira? - No, ya no queda nada que ocultarte. - Le voy a contar a Tinchi, voy a abrir los regalos y no voy a poner los zapatos… - Cuando vos eras pequeño, decías que querías ser Papá Noel cuando seas grande, podés ayudarme… Y si no ponés los zapatos, no vas a recibir regalitos… yo los voy a poner… - ¿Y qué hacías con el pasto que dejábamos para los camellos? - Me lo comía yo. Los dos nos reímos a carcajadas, dándome cuenta ahí que se me estaba quemando la comida, que Tinchi había volcado helado por toda la casa y que mi hijo mayor había crecido. Mientras solucionaba todo eso, escucho a Tato charlar con Tinchi y decirle: “Tinchi! Esta noche vienen los Reyes, siiiii, vamos a poner los zapatos y pastito, así nos deja regalito, ¿si?”
Historia de una familia, de mi familia: somos dos mamás y dos hijos... que viajan, viven y aprenden... llenos de sueños y proyectos.
miércoles, 5 de enero de 2011
martes, 4 de enero de 2011
Amor mágico de primaria
Sucedió días antes de terminar el cole...
Espero no hacerme enemigos con esta declaración, pero jamás había visto ninguna película de Harry Potter, hasta ayer… donde fue estrictamente necesario y se enterarán por qué. (Me gustó, me dio curiosidad y espero la segunda parte)
Hace una semana Tato llamó por teléfono a una compañerita de grado y así nomás la invitó al cine, constituyéndose su primera cita. Fue muy graciosa la conversación donde me decía cosas como: “¿Por qué se llama primera cita? ¿Si salgo con un amigo es la primera cita gay?” acordando finalmente que la definición de cita correspondía a: Primera salida con una niña que le gustara.
La noche anterior estaba nervioso y se preguntaba una y otra vez qué es lo que le gusta a una nena… a una mujer, le dije que él mismo lo averiguaría, que sea él y listo.
Luego del colegio, llegaron juntos, los esperaba con un plato de pastas con manteca, que ambos devoraron íntegro, mientras que conversaban, se hacían chistes y reían inocentemente.
Fue hermoso verlos compartir, hacer lazo, mirar entre nachos y pochoclos la peli, mientras de modo alternado, veía que se contemplaban profundamente, con esa profundidad que solo tiene la mirada de un niño.
Hace una semana Tato llamó por teléfono a una compañerita de grado y así nomás la invitó al cine, constituyéndose su primera cita. Fue muy graciosa la conversación donde me decía cosas como: “¿Por qué se llama primera cita? ¿Si salgo con un amigo es la primera cita gay?” acordando finalmente que la definición de cita correspondía a: Primera salida con una niña que le gustara.
La noche anterior estaba nervioso y se preguntaba una y otra vez qué es lo que le gusta a una nena… a una mujer, le dije que él mismo lo averiguaría, que sea él y listo.
Luego del colegio, llegaron juntos, los esperaba con un plato de pastas con manteca, que ambos devoraron íntegro, mientras que conversaban, se hacían chistes y reían inocentemente.
Fue hermoso verlos compartir, hacer lazo, mirar entre nachos y pochoclos la peli, mientras de modo alternado, veía que se contemplaban profundamente, con esa profundidad que solo tiene la mirada de un niño.
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