Cuando iniciamos las primeras charlas con unas amigas muy queridas, para encarar el proyecto de convertirnos en madres, nos sentíamos que éramos especiales, únicas en el universo, que todos tenían de algún modo derecho a cuestionarnos por nuestra decisión. Nos sentíamos bastante solas.
El tiempo ha transcurrido para dar lugar a escenas y situaciones hasta hace un tiempo inimaginables…
El fin de semana pasado nos reunimos 7 parejas de mujeres (argentinas, mexicanas y uruguayas) a comer un asado: 5 de nosotras con hijos, otra posiblemente con hijito en la panza y otra con proyecto de encarar el proceso de maternidad.
Tinchi está con faringitis, por lo tanto está más demandante, toma todo el tiempo la teta, cuestión que me permitió mientras lo hacía, observarlas a todas y todos en varios momentos… los chicos jugando con espadas a que eran príncipes conquistadores de tierras, las más pequeñitas arrastrando una caja de juguetes, algunas de las mujeres preparando el asado, otras poniendo la mesa (somos un verdadero equipo) riendo, charlando, con temas comunes, con interrogantes comunes, proyectos, que habían encontrado un lugar para ser hablados, un lugar para ser escuchados… ¡¡¡Qué enriquecedor!!! ¡¡¡Qué gratificante!!! ¡Qué felicidad! Gracias.
Una muy querida amiga, me descubrió mirando y me dijo: “¿Alguna vez imaginaste esto? La realidad siempre me sorprende gratamente.”
p.d: además tuvimos el pacer con Triana y los chicos de recibir en nuestra casa a nuestras amigas uruguayas y esperamos con ansiedad la llegada en breve de nuestras hermanas chilenas para empaparlas de lo cotidiano.
El tiempo ha transcurrido para dar lugar a escenas y situaciones hasta hace un tiempo inimaginables…
El fin de semana pasado nos reunimos 7 parejas de mujeres (argentinas, mexicanas y uruguayas) a comer un asado: 5 de nosotras con hijos, otra posiblemente con hijito en la panza y otra con proyecto de encarar el proceso de maternidad.
Tinchi está con faringitis, por lo tanto está más demandante, toma todo el tiempo la teta, cuestión que me permitió mientras lo hacía, observarlas a todas y todos en varios momentos… los chicos jugando con espadas a que eran príncipes conquistadores de tierras, las más pequeñitas arrastrando una caja de juguetes, algunas de las mujeres preparando el asado, otras poniendo la mesa (somos un verdadero equipo) riendo, charlando, con temas comunes, con interrogantes comunes, proyectos, que habían encontrado un lugar para ser hablados, un lugar para ser escuchados… ¡¡¡Qué enriquecedor!!! ¡¡¡Qué gratificante!!! ¡Qué felicidad! Gracias.
Una muy querida amiga, me descubrió mirando y me dijo: “¿Alguna vez imaginaste esto? La realidad siempre me sorprende gratamente.”
p.d: además tuvimos el pacer con Triana y los chicos de recibir en nuestra casa a nuestras amigas uruguayas y esperamos con ansiedad la llegada en breve de nuestras hermanas chilenas para empaparlas de lo cotidiano.