Siempre sentí que tenía un hijo especial, cariñoso, tierno, sensible, pensante, solidario, protector de la naturaleza, bondadoso con su hermano… Tato no deja de sorprenderme.
Hace una semana me pidió un diario íntimo y aunque no sabe escribir, lo quiso para poder “anotar cosas para recordarlas cuando sea grande… Má, ¿adonde puedo guardar las cosas para tenerlas cuando sea grande?” me preguntó preocupado.
Hace una semana me pidió un diario íntimo y aunque no sabe escribir, lo quiso para poder “anotar cosas para recordarlas cuando sea grande… Má, ¿adonde puedo guardar las cosas para tenerlas cuando sea grande?” me preguntó preocupado.
Tenemos un balcón muy amplio, donde podemos sentarnos en las tardecitas a hablar, estábamos los tres (Tinchi sumado a la charla) y le comenté en esa ocasión que había leído que un señor ( Randy Pausch) dijo que los sueños de niño hay que recordarlos y cumplirlos para poder ser el día de mañana un adulto feliz con sus logros, y comenzamos a hablar de los sueños, si los recordaba, si eran muchos...
“¿Soñabas con tener un hijo como yo?” dijo mientras corría y traía entre sus manos su diario.
“Ayudame, quiero anotar mis sueños y todavía no se escribir... haber... ah!! ya sé: 1- ver nadar tiburones en el mar; 2- cazar pulpos; 3- escalar montañas; 4- ser un superhéroe; 5- que exista isla acaramelada; 6- ser un buen padre; 7- defender siempre a mi hermano; 8- fabricar juguetes... si se me ocurren otros los voy a anotar más abajo. ¿Pero esto se cumple solo o tengo que trabajar para lograrlo?”
Seguimos charlando, Tato ya con la mirada perdida entre cielo y edificios, seguramente, planeando por donde empezar…