
Nuestro hijo comenzó preescolar en un salita con muchos compañeros nuevos. Los primeros días las novedades eran vinculadas a los libros que utilizarían, a la nueva seño… novedades pedagógicas en general…
Un día llegó la gran confesión: “Mamá, madrina, estoy enamorado… cuando seamos grandes nos vamos a casar… se llama Martina, me da vergüenza, no me carguen ¿eh?”
Observé sus ojitos… ya estaban bajo alguna especie de embrujo femenino, mirando como al vacío. Continuó: “Quiero saber a que saben sus besos… sueño en que algún día me besará, me dirá te quiero, me va a dar un abrazo y estudiaremos juntos… Yo la voy a buscar y averiguar su dirección… ¿cómo voy a hacer para saber su dirección? Estoy feliz de haber encontrado mi otro corazón…”
Seguimos escuchándolo, mientras nos aguantábamos las ganas de abrazarlo, protegerlo, besarlo…
“Mamá, madrina, ahora que me enamoré la quiero más a ella que a ustedes dos… pero a ustedes también las quiero…”
Esto era solo el comienzo de largas charlas nocturnas que finalizaban con la frase: “Bueno, me voy a acostar así pienso en Martina…”
El ya nunca fue el mismo… una parte de su mente y de su corazón, están junto a una niña de 5 años…
¿Cómo se aprenden las cosas del amor? ¿Cómo se protege uno de la desilusión de un amor no correspondido, o de un amor perdido? ¿Cómo se conquista a alguien? ¿Ella me amará mamá?...
Nos preguntamos mamá y madrina: ¿Cómo resistimos el día que alguna niña rompa el corazón de nuestro hombrecito?
Un día llegó la gran confesión: “Mamá, madrina, estoy enamorado… cuando seamos grandes nos vamos a casar… se llama Martina, me da vergüenza, no me carguen ¿eh?”
Observé sus ojitos… ya estaban bajo alguna especie de embrujo femenino, mirando como al vacío. Continuó: “Quiero saber a que saben sus besos… sueño en que algún día me besará, me dirá te quiero, me va a dar un abrazo y estudiaremos juntos… Yo la voy a buscar y averiguar su dirección… ¿cómo voy a hacer para saber su dirección? Estoy feliz de haber encontrado mi otro corazón…”
Seguimos escuchándolo, mientras nos aguantábamos las ganas de abrazarlo, protegerlo, besarlo…
“Mamá, madrina, ahora que me enamoré la quiero más a ella que a ustedes dos… pero a ustedes también las quiero…”
Esto era solo el comienzo de largas charlas nocturnas que finalizaban con la frase: “Bueno, me voy a acostar así pienso en Martina…”
El ya nunca fue el mismo… una parte de su mente y de su corazón, están junto a una niña de 5 años…
¿Cómo se aprenden las cosas del amor? ¿Cómo se protege uno de la desilusión de un amor no correspondido, o de un amor perdido? ¿Cómo se conquista a alguien? ¿Ella me amará mamá?...
Nos preguntamos mamá y madrina: ¿Cómo resistimos el día que alguna niña rompa el corazón de nuestro hombrecito?