miércoles, 11 de julio de 2007

Primera GRAN palabra.




Tatito tenía 10 meses y piquito, caminaba aferrándose a las cosas, a nosotras; ya no tomaba más teta; hacía miles de morisquetas: “Ñatita, choque esos 5, yudo, nervios, qué linda manito…”, se señalaba las partes del cuerpo y su vocabulario era de 4 palabras: lech (leche), guagua (agua), upa y ajó.
Se habían sumado unos días en que por cuestiones laborales Triana se ausentaba por las noches y esto a él le generaba angustia, llanto.
Ese atardecer fue diferente: Triana partió y nos quedamos los dos con ese vacío, ese hueco que a uno le queda cuando alguien amado se va… y saliendo de mi ensimismamiento, tuve en cuenta que yo madre era la que debía darle palabras de aliento a mi hijo: “Ya viene la madrina” y Tati señaló la puerta y dijo “ Titíiiii”, forma en que comenzó ese día a nombrarla ante fotos, o a su llegada, o sea que dijo Tití, la nombró a ella, antes de decir MAMÁ!!!! (Confieso que me morí de celos ese día, pero lo pude superar porque Triana se lo merece.)

Primer día de la madre y siguientes!!




En ese día de la madre, Tatito justo cumplía tres meses, esa mañana me despertó 6 y 30 de la mañana con un lloriqueo, pegando un salto la madrina que oficiaba de ayudante. No dejaron que me levante. Fue el desayuno más rico de todos, el mate y las facturas que jamás olvidaré.

Fue extraña la sensación de ser mamá: es darte cuenta de que nunca más estarás sola, es sentir que de alguna manera pasás a un segundo plano para vos misma, perdés el asco a la caca, al vómito, a la baba... aceptás limpiar con gusto si antes hubo una peqeña criaturita que con gusto ensució...

Los años pasaron, a medida que fue pasando el tiempo, este día se fue complejizando: Tostadas con pilas gigantescas de quesito blanco, plato con queso blanco, queso blanco con marca de dedos, tostadas ennegrecidas por distracción de los armadores de desayunos, regalitos escolares alusivos llenos de colores (apoya pava, portarretrato, cajita hecha de palitos de helado, otros que no se saben que son, jeje), besos y abrazos, competición que consiste en intentar darme mas besos y abrazos uno y otro. ( hijo y Triana.)
Es hermoso que siendo ésta la única vida que nos tocó vivir a los tres… nos haya tocado compartirla.

Primeros meses: dulces pecados.




En ese tiempo, mi vida era un listado de cosas que no debía hacer con Tati:
1- dormía en mi cama.

2- se la pasaba a upa.

3- usaba mi teta de chupete hasta que se quedaba dormidito.

Todo el tiempo me debatía entre sus flatulencias, mi dieta para bajar de peso, mi búsqueda fallida e infructuosa de mi “ser mujer”.

Triana comenzó a trabajar, porque yo era la única legalmente reconocida para tener licencia, y me llené de miedos, de no saber que hacer si Tati tenía algún dolor, algún pesar. Pensaba que una equivocación podía ser fatal y desconfiaba de mi instinto materno.

Grandes sustos:
1- le corté la uñitas a los pocos días de vida y ahhhhhhhh, le salió sangre.
2- quise pasar por encima de una cadena, me tropecé y volé con él a upa, que me miró y sonrió. (nadie pregunte por mi rodilla, ayyyy).
3- A los dos meses y medio, luego de bañarlo, comenzó a vomitar que parecía falto de exorcismos, no paraba!!!
A los tres meses, comenzó la guardería y comenzó con las pestes infantiles, las abuelas dicen que eso lo haría más fuerte.