Vuelo:
Despegar.com 0810-7771010.
LAN 0810- 9999-526.
Salida: Octubre 2011- 11.000 pesos
o 2760 dólares los 4.
Hospedaje: Hostal Tojika
0056-9935-80810.
Hostal_tojika@hotmail.com
y hablar con Jimena Flora Pont Icka quien te va a indicar de modo muy amable,
como proceder para (tener en cuenta que
le vale la reserva.
Imperdibles!!!
·
Misa
de Hanga Roa (Domingo)
·
Playa
Anakena (arenas blancas)
·
Playa
de Ovacke (arena rosa)
·
Parque
Nacional Rapanui (aprox. 60 dólares adultos y 10 dól niños. Tener en cuenta que
el vale es por 7 días y se puede usar también para el Volcan Orongo, Rano Kau y
Rano Raraku)
·
Cementerio.
·
Amanecer
en Ahu Tangariki.
Día
1: Llegada- Hostal Tojika- Caleta Hanga Piko- Cementerio
Finalmente viajamos por LAN, desde Buenos
Aires arribamos a Santiago de Chile (una hora) y tuvimos la alegría de que nos
recibieran unas queridas chilenas, que habían estado en casa el año anterior y
con quienes entablamos una linda amistad. Estuvimos toda la noche charlando y
temprano nos fuimos a tomar el avión a la Isla. (Hay vuelos que uno lo puede
acomodar con menos horas de espera, nosotros lo arreglamos adrede así para
poder estar con nuestras amigas.) El viaje a la isla es de 6 horas desde el
continente, te permiten llevar un plus de peso, ya que existe la opción de
llevar algunos productos que allí son muy caros (agua) o no son fáciles de
encontrar.
Los chicos estuvieron entretenidos,
mirando pelis y jugando a videojuegos.
Llegamos, nos esperaba Jimena con un
collar hecho de flores del lugar y una sonrisa amplia que permanecería durante
toda nuestra estadía. Cargamos todo el equipaje a la camioneta y rumbeamos al
Hostal.
El Hostal Tojika se encuentra al lado del
camping, su vista es impresionante: un mar bravío chocando con las piedras, un
atardecer donde el sol dora y enceguece quien se encuentra en el lugar.
Nuestra habitación era cuádruple, a un muy
buen precio, con baño privado, y
compartíamos la cocina y el living con los otros viajeros.
Dejamos todo en la habitación, el grado de
excitación que teníamos hizo que rápidamente nos vayamos a caminar. Es rara la
primera sensación que provoca un lugar y luego a lo largo de los días cómo va
variando, se va haciendo familiar.
Nos acercamos a un lugar con algunos
barcos medianos y pequeños, atraídos por una tortuga grande que descansaba en
la orilla. Era la caleta de Hanga Piko. Es de suma importancia, ya que ahí
llegan los barcos que traen abastecimiento a la Isla desde el continente. Es un
lugar ideal para realizar excursiones y actividades de buceo.
El clima en Octubre es cálido, con
pequeñas lloviznas intermitentes, que no impiden la caminata. Bordeamos la
costa, vimos varios moais, una rosa de los vientos que nos indicaba lo
inhóspito del lugar en el que estábamos.
Entramos al cementerio con mucho respeto,
respirando la cultura del lugar, con símbolos que representan sus creencias, en
un lenguaje de ellos.
Ya agotados, nos sentamos en el pasto
frente al cementerio y contemplamos la caída del sol, sintiendo que estábamos
presenciando un espectáculo único en el universo.
Día 2: Misa de Hanga
Roa- Cantera de Rano Raraku- Playa Anakena- Ombligo del mundo
Era domingo, el único domingo que
estaríamos en la Isla. Nos levantamos y al ir a prepararnos el desayuno,
Jimena (la dueña del hostal) nos había
dejado una bandeja con frutos tropicales para que degustásemos.
Partimos hacia la Iglesia del lugar, desde
bastante antes se escuchaba el alegre cantar de los isleños, como un coro
organizado. Al ingresar nos sorprendió que quienes cantaban era la misma gente
del pueblo. Mezclados con los símbolos cristianos, estaban los de los rapanui.
Apenas terminó, Fernando nuestro guía, nos
esperaba para ir a la cantera de Rano Raraku.
Abonamos la entrada que luego nos serviría
para todos los otros parques.
En este lugar hay que caminar mucho,
Tinchi iba de un hombro a otro de Triana y mío, nos costó bastante la caminata,
pero valió la pena.
Lo llaman la fábrica de los moais, en este
lugar se dice que fabricaban todas las esculturas de la isla, hay muchísimos!!!
está el moais más grande y otro que es el único descubierto, que está
arrodillado.
Es un lugar maravilloso, impresionante, es
el lugar más impactante de toda la isla para mi.
Por
la tarde, nuestro guía, auténtico Rapanui, alto, moreno, cabello lacio y largo,
enérgico, nos iba a sorprender con un
almuerzo (empanada gigante frita de pescado) junto al mar, en la playa Anakena,
es una playa de aguas cristalinas, palmeras, con un Ahu muy importante. Es
hermosa, prometimos volver.
El día aún no había terminado, subimos a
la combi y llegamos a un sitio enigmático, donde hay una roca redondeada, de
consistencia similar a metal y piedra, llamado el ombligo del mundo. Nos
contaron que en los antepasados había una roca idéntica, que se quedó cada una
dos jefes de clanes que eran hermanos. Se enojaron y uno arrojó la roca al mar
y está aún perdida.
Se dice que en ese lugar los relojes se
alteran, se mueven los péndulos, se curan los males que nos puedan aquejar.
Día 3: Buceo en Playa
Ovahe
Salvo el primer día, que llovizno, el
clima en la isla fue soleado, cálido y húmedo.
Pactamos con una compañía de turismo
realizar buceo en una playa.
Luego de unos minutos de viaje, bajamos a
un lugar paradisíaco, de arenas rosas y mar calmo turquesa, la playa Ovahe.
Era difícil limitar los sentidos para sólo
escuchar el curso de buceo, la mirada se perdía en los colores de la naturaleza.
Salvo para Tato, que ya había buceado en
Argentina, para Triana y para mí era la primera vez que lo haríamos y Tinchi,
muy pequeño aún, jugueteaba entre el agua y revolcarse por la arena.
Primero fue Tato, luego Triana y al llegar
a mi turno, mi estómago se revolvía de ansiedad. El instructor que nos había
recomendado Jimena, muy bueno, se tomó todo el tiempo para tranquilizarme y
comenzar el descenso.
Apenas me sumergí por completo, un
universo más rico comenzaba a aparecer: peces de todos los colores, algas,
pececitos globo, peces trompeta, andaban sin asustarse de mi presencia.
A mi gusto cometí el error de mirar hacia
arriba… vi que tenía sobre mi, 10 metros de océano, con mucha fauna, y mi respiración comenzó a acelerarse. Tuve
miedo de que algo me sucediera, pensé en los niños, que al ser yo su mamá
biológica y no estar aún casadas, Triana a nivel legal aún no tenía ningún
derecho sobre ellos… Comencé a hacer la señal de que me llevara a la
superficie, trató de calmarme y lo logré por segundos… pensé: ¿Para qué seguir?
Y volví con Tinchi a jugar un rato más en la arena.
Prometo volver a bucear en otra ocasión.
Día 4: Puna Pau- Ahu
Akivi- Tahai
Nos volvía a pasar que cada vez lo pasábamos
más lindo. Ayer festejamos los 4 porque cumplimos 12 años y medio de estar juntas.
Nuestra idea era alquilar 3 bicicletas
para recorrer la isla, pero al llegar al lugar, comprobamos que nos salía lo
mismo alquilar un auto, terminamos con esa opción.
Fuimos a Puna Pau, que es una cantera en
un cráter, de escoria roja, que los rapanui utilizaban para realizar los
sombreros (pukao) de los moais. Muchos pukaos están como rodando por laderas
verdes, como abandonados.
Luego fuimos a otro de mis lugares
preferidos: a Ahu Akivi. Este sitio fue el primer restaurado de toda la isla,
es una de las pocas plataformas que aparecen siete moais mirando hacia el mar,
que dicen que representan a los 7 navegantes enviados por el rey Hotu Matua a
investigar la isla.
Durante todo el trayecto se observa miles
de caballos salvajes cabalgando juntos, llegamos a ver el atardecer a Tahai por
segunda vez.
Día 5: volvimos a Playa
Anakena
Nos levantamos temprano, planeando ir en
auto a la Playa Anakena. Triana y Tato llevaron sus propios snorkel, yo me
quedé en la orilla con Tinchi jugando, tenía frío para meterme.
Estuvieron largo rato metidos en el agua
cristalina, persiguiendo un pez trompeta que los llevó a la profundidad, pero
el mar allí en ese sector es tan calmo que no tuvieron miedo.
A la tarde volvimos al hostal, decidimos
quedarnos allí a disfrutarlo. Nos hartamos de comer palta, papaya, mientras se
escuchaba el sonido del mar romper en las piedras.
Al salir de Buenos Aires nos olvidamos el
equipo de mate, Triana construyó una bombilla, conseguimos en una tienda una
yerba mate vencida y “mateamos” con una vista maravillosa.
Día 6: Cuevas-
Buceo en Anakena- Show nocturno
Los días se nos iban escurriendo entre los
dedos, demasiado veloces. Fuimos temprano con nuestro guía a unas cuevas:
recorrimos como 300 metros bajo tierra y en otra entramos por un hueco muy
pequeño y finalizaba uno de sus túneles en el borde de un acantilado, con una
vista imperdible. Dicen que toda la isla está llena de túneles, algunos aún no
investigados, donde los habitantes originarios del lugar se escondían en época
de guerra y plantaban distintos arbustos comestibles para subsistir. Aún se
observan vestigios de antiguas civilizaciones en su vida cotidiana.
A la tarde volvimos a Anakena, esta vez a
bucear… como Tinchi era muy pequeño, tuve que quedarme con él y se fueron a
realizar el paseo submarino Triana y Tato. Al finalizar, comimos unos ricos
pescados asados sobre hoja de palmera, deliciosos.
Por la noche, con la última energía que
nos quedaba, fuimos a ver un show de Kari- Kari, un grupo del lugar, que
realizan danzas rituales, nativas.
Cuando ya los niños dormían, hablamos
mucho con Triana de los sueños, los proyectos y cómo cambiar nuestro destino.
Día 7: Papa Vaka- Rano Raraku- Volcán Orongo
Hoy salimos solos otra vez, con ese dejo
de añoranza de recorrer distintos lugares, sin saber si los volveremos a ver.
Al primer lugar que fuimos fue a los
Petroglifos de Papa Vaka, donde han quedado grabadas distintas inscripciones
que hablan de la vida marina.
Volvimos a Rano Raraku, la fábrica de los moais… qué habrá sucedido para
que todo quedara así como arrojado desde el cielo, abandonado, aún hoy es un
misterio.
Volvimos al pueblo y compramos algunos
recuerdos, sin dejar de pasar por las empanadas de la Tía Berta, económicas y
deliciosas.
Al atardecer fuimos al Volcán Orongo, otra
maravilla de la naturaleza imperdible.
Despedida
Nos levantamos y terminamos de hacer las
valijas, desayunamos afuera viendo como el día comenzaba.
La Isla de Pascua no nos dejó a ninguno de
los cuatro igual… nos unió como familia, nos hizo sentir que uno de nuestros
mayores deseos es convertirnos en viajeros.
Tomamos el avión a Santiago de Chile y
luego el vuelo que nos hizo llegar a Buenos Aires.
Gastamos en total por persona: (viaje,
hostal, comidas y regalitos) 1188 dólares.