Miro para atrás y recuerdo estar llena de temores al inicio, que fueron aplacados por Triana; de deseos de que todo saliese a la perfección, cuando a mi alrededor todo estaba cargado de malos augurios e incertidumbres, ¡incluso algunos deseaban que mi hijo ni siquiera naciera!
Vivo el presente y mi casa huele a leche con chocolate, a tostaditas con queso blanco, a madera cortada o a plástico derretido, por algún nuevo invento de Triana. El piso plagado de pequeños juguetes, la pared manchada de dedos, el baño con la pileta llena de pasta dentífrica tutti fruti, y pequeños calzoncillos colgados en el balcón. Tenemos la música de la vocecita de Tato preguntándonos cosas, contándonos cuentos, cantándonos canciones, enseñándonos quién fue San Martín, o relatándonos como novedad, que su seño le pudo sacar una foto a Sarmiento y la colgó en la pared del aula…
Y como así nos fue, es que queremos continuar; volvemos a desear prolongarnos, crecer en número, buscar un nuevo integrante, un compañero de la vida… seremos cuatro… buscaremos un nuevo hijo.
Por allá, de vez en cuando, aún en sueños, se asoma el futuro: en una cabaña por la montaña, recibiendo a nuestros nietos, contándoles nuestras historias, transmitiéndoles que si la pelean, en la vida es posible lograr todo.
Vivo el presente y mi casa huele a leche con chocolate, a tostaditas con queso blanco, a madera cortada o a plástico derretido, por algún nuevo invento de Triana. El piso plagado de pequeños juguetes, la pared manchada de dedos, el baño con la pileta llena de pasta dentífrica tutti fruti, y pequeños calzoncillos colgados en el balcón. Tenemos la música de la vocecita de Tato preguntándonos cosas, contándonos cuentos, cantándonos canciones, enseñándonos quién fue San Martín, o relatándonos como novedad, que su seño le pudo sacar una foto a Sarmiento y la colgó en la pared del aula…
Y como así nos fue, es que queremos continuar; volvemos a desear prolongarnos, crecer en número, buscar un nuevo integrante, un compañero de la vida… seremos cuatro… buscaremos un nuevo hijo.
Por allá, de vez en cuando, aún en sueños, se asoma el futuro: en una cabaña por la montaña, recibiendo a nuestros nietos, contándoles nuestras historias, transmitiéndoles que si la pelean, en la vida es posible lograr todo.