sábado, 11 de diciembre de 2010

La historia no se repite otra vez


Atardecía en la ciudad, Triana llegó rendida de su labor y ambas tomábamos mate, conversábamos, tiradas en la cama, tranquilidad que duró… unos dos segundos y medio, instante en el que nuestra cama recibió un fuerte impacto: Tato se había arrojado sobre nuestras piernas con una carcajada, manifestando rápidamente (es un niño que felizmente le cuesta callar todo lo que atañe a sus sentimientos) que se sentía molesto o avergonzado, luego definió como celoso, cuando nos ve ahí charlando… Lo abrazamos, jugamos a la lucha y Tinchi comenzó a utilizar su técnica, del “no conozco el como si” y tuvimos que calmarlo. Tato se aburrió de nosotras y se fue por ahí, el pequeñín se quedó en el medio, mirándonos, sonriendo y toma la palabra: “Eta… mamá… (Señalándome) Triana e mamá tabien… mamá y mamá Triana…”
Tinchi pudo nombrarnos a las dos: mamás, seguramente gracias a su hermano que se lo dice, gracias a los encuentros con otras familias homoparentales, gracias a que logramos ambas, en este tiempo, cambiar nuestras cabezas, sacarnos los miedos y reconocernos como familia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues bien que has tocado una enorme verdad, esa con la que aun luchan muchos padres/madres no-heterosexuales, la de auto-reconocerse como padres/madres en igualdad de condiciones junto a sus parejas.

La normalidad tiene mucho de conducta aprendida, aceptada y transmitida. Vuestros hijos son unos "adelantados" socialmente hablando, y lo son gracias y en buena medida a ustedes dos...

Decia un poeta de mi pais: "en la vida todo es ir", y andando por ese camino que son nuestras experiencias es como nuestra sociedad en colectivo se crece y avanza.

Un abarzo, familia! :)

LiSA...