martes, 22 de abril de 2008

Tinchi


Mismos pies (diferentes a los míos), mismas manos con finos dedos largos, misma frente ancha, misma boca carnosa, misma maña de tocarse la cara y refregarse los ojos, misma nariz respingada… que Tato y mía…
Mismos movimientos alocados, misma hiperkinesia, misma forma de mimarme mientras acariciaba el útero, mismas ganas y alegría de vivir, misma manera de transmitir que el ritmo es vida, misma manera de transgredir cuando no permitía que le viéramos el rostro… que Triana…
Lo vimos en la ecografía: estaba moviéndose de un lado al otro mientras con la manito derecha se tocaba el pie, luego la cara, mientras se aferraba a mi placenta haciendo pequeños mimos con movimientos lentos de sus dedos, ¡eran caricias!
Tato quiso darle la mano y la doctora le indicó cuando apoyarse sobre mi panza y fue en el momento en el que Tinchi desde adentro apoyaba sus diminutos 5 deditos. Se dieron la mano hermanos, hijos míos… hijos nuestros…


Es cierto que las embarazadas estamos más sensibles, pero también es cierto que la otra mamá (no gestante) no paraba de llorar y exclamar ante cada uno de los movimientos de este bebito que en 80 días podremos besar…

miércoles, 16 de abril de 2008

Tato se enamoró


Nuestro hijo comenzó preescolar en un salita con muchos compañeros nuevos. Los primeros días las novedades eran vinculadas a los libros que utilizarían, a la nueva seño… novedades pedagógicas en general…
Un día llegó la gran confesión: “Mamá, madrina, estoy enamorado… cuando seamos grandes nos vamos a casar… se llama Martina, me da vergüenza, no me carguen ¿eh?”
Observé sus ojitos… ya estaban bajo alguna especie de embrujo femenino, mirando como al vacío. Continuó: “Quiero saber a que saben sus besos… sueño en que algún día me besará, me dirá te quiero, me va a dar un abrazo y estudiaremos juntos… Yo la voy a buscar y averiguar su dirección… ¿cómo voy a hacer para saber su dirección? Estoy feliz de haber encontrado mi otro corazón…”
Seguimos escuchándolo, mientras nos aguantábamos las ganas de abrazarlo, protegerlo, besarlo…
“Mamá, madrina, ahora que me enamoré la quiero más a ella que a ustedes dos… pero a ustedes también las quiero…”
Esto era solo el comienzo de largas charlas nocturnas que finalizaban con la frase: “Bueno, me voy a acostar así pienso en Martina…”
El ya nunca fue el mismo… una parte de su mente y de su corazón, están junto a una niña de 5 años…
¿Cómo se aprenden las cosas del amor? ¿Cómo se protege uno de la desilusión de un amor no correspondido, o de un amor perdido? ¿Cómo se conquista a alguien? ¿Ella me amará mamá?...
Nos preguntamos mamá y madrina: ¿Cómo resistimos el día que alguna niña rompa el corazón de nuestro hombrecito?