viernes, 10 de agosto de 2012

Ya pasó


El después fue para mí particularmente trágico y doloroso, lleno de incertidumbre.
     Tuve la extraña certeza de que JAMÁS volvería a viajar, que nunca podría volver a caminar…
     Más allá de lo físico en concreto, trataba de encontrar el sentido a tanta desgracia, sentía que algo no estaba haciendo bien para que esto nos pasara. Así estuve unos días, hasta hace 5,  que decidí salir, terminar con este estado y volver a aprender a caminar, ir al super con Tinchi, buscar a Tato al cole, volver a soñar con hermosos viajes que haremos los 4.
Ya pasó.    

La desafiante Ruta 40


 Hace mucho que no escribo y hace mucho que tengo ganas de hacerlo.
     En el mes de junio salimos de viaje queriendo realizar el desafío de la ruta 40… teníamos todo preparado: mapas, gps, máquina fotográfica, filmadora y las ganas de iniciar una hermosa travesía.
     A los pocos días Tinchi se engripó, tuvimos que visitar un pequeño hospital de la provincia de San Juan. Pudimos continuar luego, hasta que en un pequeño hermoso pueblito, al bajar el cordón de la vereda, me tropiezo, me caigo y me quiebro la rótula.
     Si hay algo que pude sentir además del dolor, la desazón y la desesperanza… fue la fortaleza de Triana y los chicos, acompañándome a cada momento esperando la operación, lejos de casa, sin saber si podíamos continuar, tampoco pudiendo volver.
     Una semana después me operaron y estuve 20 días con muletas.



martes, 6 de marzo de 2012

Cuestión de miradas hombre misterioso


El fin de semana pasado Tato tenía que realizar para el colegio una historia sobre el mar. Su primera reacción fue querer hacer algo así nomas, de un par de renglones, poniendo casi nada de esfuerzo. Nos sentamos y le dije que todo lo que él haga, debe hacerlo del mejor modo, poniendo el máximo empeño… ¿Todo pero todo? SI.
Me preguntó cómo hacerlo, y le dije que se imaginara primero la historia, que las comas iban cuando al leerlo tuviese que respirar… y esto es lo que escribió:
El hombre misterioso
“Un día a la tarde, cuando caía el sol, decidí ir a la playa. Estaba sentado viendo el horizonte y de pronto vi un barco hundiéndose.
Me dio escalofríos cuando alguien saltó del barco y se venía acercando. Lo fui a ayudar y lo traje a la orilla. Y cuando lo pude ver bien, era un hombre tan frío como los copos de nieve.
Le pregunté: - ¿Quién es usted? ¿De qué país es?
- No sé, sólo recuerdo que un pulpo gigante destruyó mi barco.
Por un momento pensé que estaba loco, pero luego vi las roturas del barco y supe que no mentía.”
Cerró su carpeta y esperó ansioso al lunes… Ese día, a su regreso, me dijo que su cuento tenía un sobresaliente pero que había sido puesto sin ser leído siquiera.
Le dije que le habrá parecido y me aseguró que había sido así… que le puso el sobresaliente mirando para otro lado y en un pase vertiginoso por su carpeta. No le interesaba la máxima nota, le interesaba que su querido e idealizado maestro no lo había leído. “Pero mami, no le digas nada, él tiene problemas, lo dejó su esposa!”
No sabía qué hacer, si hablar con el docente, escribirle una nota, si dejar que mi hijo se diera cuenta que hay decepciones en la vida… Lo charlamos con Triana y ella, que es más informal, me dijo que en la reunión de padres, se lo planteara si tenía oportunidad, me pareció bien…
Tarde, cuando casi se iba a dormir, volví a charlar con Tato y le dije que lo importante es lo que él había hecho, que estábamos orgullosas y me callé por ahora que… y si… no hay que idealizar a nadie, a veces las personas pueden jugarte una mala pasada.