viernes, 19 de agosto de 2011

Amores perros

Disfruté de los chicos durante todo el día, entremezclados con las cosas cotidianas, con la tarea, con las corridas. Llegan las 10 de la noche y refunfuñando, marchan los dos a lavarse los dientes, hacer pis y a la cama… Claro que esto no termina aquí, un sonido bien bajito de la tele, risas, protestas y corriditas de patitas en medias…
Hoy fue distinto, un silencio entrecortado de sollozos chiquitos, me hicieron ir.
Lo que encontré fue conmovedor: Tato y Tinchi abrazados con lágrimas en los ojos.
- ¿Qué pasó chicos?
Tato toma la palabra: “Me di cuenta que Tinchi me quiere… estábamos jugando que él era el papá perrito y yo el hijito perro, me daba de comer, me daba el remedio, me hacía dormir… jugábamos, me morí y él rápido se largó a llorar en silencio y después fuerte y me decía: NOOOOO, BEBÉ PERRITO, NO TE MUERAS!! Y me abrazaba fuerte…”
Tato necesita de continuas demostraciones de cariño, de sentir que es elegido a diario, Tinchi es de poder mostrar su amor de modo intermitente, intercalado de travesuras, sacadas de lengua y sonrisas… parece que este amor perruno fue lo necesario, para que estos hermanos, pudieran fundirse en un abrazo.

viernes, 1 de julio de 2011

Miedo



Hay días en que me levanto con la sensación de que Argentina es un país abierto, que recibe y acepta a todas las personas: con diferentes nacionalidades, religiones, orientación sexual, enfermedades y por otro lado me aterra determinados comentarios, sucesos que me dicen que todavía necesitamos crecer mucho como sociedad.
Hace un mes aproximadamente, desapareció un prefecto, llamado Octavio, que había pedido autorización para casarse. Días más tarde apareció desnudo, flotando en el río… Se barajan muchas hipótesis, pero una de las más fuertes es que su muerte vino desde el interior de la institución misma… ojalá que no…
Todavía no somos todos iguales, todavía nuestros hijos ante la ley son solo míos… Triana no figura en ningún lado… si quisiéramos anotarlos, no podemos hacerlo… todavía…



martes, 10 de mayo de 2011

Mal de amores y dilemas

Uno comienza en la vida siendo hijo: aprendiendo, acertando, equivocándose… uno crece anotando en su memoria aquellas cosas de las cuales no volvería a realizar o a repetir de sus propios padres, cuestionando todo y creyendo que es fácil darse cuenta cuando se está o no en lo cierto.
Tato está grande, por cumplir 9, los vellos rubios poblan de a poquito sus piernas y su corazón se va llenando abruptamente de sentimientos de amor. Él siempre fue medio enamoradizo, pero con menos años, sus desamores eran calmados con un masticable o un chocolate… ahora eso no basta…
El otro día llegó muy triste porque sentía que esa niñita a quien desea no lo quería más, que estaba mirando a otro… Intenté explicarle desde la razón, desde el corazón, llenarlo de besos y abrazos, pero nada alcanzó… tuve la oscura tentación de llamar a la madre de la niña y rogarle que su hija aclarara la situación… no sabía qué hacer… (menos mal que no hice nada más que esperar)
Siempre intentamos con Triana alcanzarles el cielo con las manos a nuestros hijos, pero hay un momento de la vida en que algunos dolores son necesarios e inevitables, que a la vez nos van formando como seres de bien.
Al día siguiente todo había pasado, Tato fue maravillado con una canción cantada por esa hermosa niña.