sábado, 11 de diciembre de 2010

La historia no se repite otra vez


Atardecía en la ciudad, Triana llegó rendida de su labor y ambas tomábamos mate, conversábamos, tiradas en la cama, tranquilidad que duró… unos dos segundos y medio, instante en el que nuestra cama recibió un fuerte impacto: Tato se había arrojado sobre nuestras piernas con una carcajada, manifestando rápidamente (es un niño que felizmente le cuesta callar todo lo que atañe a sus sentimientos) que se sentía molesto o avergonzado, luego definió como celoso, cuando nos ve ahí charlando… Lo abrazamos, jugamos a la lucha y Tinchi comenzó a utilizar su técnica, del “no conozco el como si” y tuvimos que calmarlo. Tato se aburrió de nosotras y se fue por ahí, el pequeñín se quedó en el medio, mirándonos, sonriendo y toma la palabra: “Eta… mamá… (Señalándome) Triana e mamá tabien… mamá y mamá Triana…”
Tinchi pudo nombrarnos a las dos: mamás, seguramente gracias a su hermano que se lo dice, gracias a los encuentros con otras familias homoparentales, gracias a que logramos ambas, en este tiempo, cambiar nuestras cabezas, sacarnos los miedos y reconocernos como familia.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Reencontrándome


Últimamente, hay un movimiento interno y profundo, que fue gestándose de a poco y fue copando más y más todo mi ser.
Puede ser el calor, el sol, la primavera, pero va adentrándose intensamente como gestándose desde las entrañas.
Es difícil de explicar, pero es tan intenso, que me conecta con el sentir.
Varias decisiones he ido tomando, y al volver a repensarlas, necesito ubicarlas en mi propia vida.
Estoy cerca de cumplir años, tengo una pareja hace más de una década, dos hijos maravillosos, casa propia, escribí un libro, planté no un árbol, pero si cuido de varios cactus… y ¿ahora qué? ¿Qué tengo ganas de hacer, de creer, de ser? Aquí es cuando muchos se posicionan en la comodidad de decir: “ya está, tengo la vida hecha…” pero al contrario de eso, creo necesario el planear, como en un juego de ajedrez… el próximo movimiento.
¿Quién quiere jugar conmigo al ajedrez?

viernes, 26 de noviembre de 2010

Sano equilibrio

Todo volvió a transcurrir con mayor tranquilidad, luego de disfrutar de unas bellas vacaciones fuera de fecha (si es que para descansar hace falta una época determinada), donde los cuatro nos mimamos, nos conocimos un poco más y nos reconocimos en el otro.
El caminar de Tato es igual al de Triana y su placidez y tranquilidad para expresar sus ideas como yo.
Tinchi y su desfachatez, picardía y sonrisa conquistadora como Triana, su imaginación increíble como su mami Roma.
Triana y su costado de niña: inocente, caprichoso, peleadora, irresistible y bondadosa, donde nos reímos, jugamos, cenamos entre historias de mar y atardeceres dorados, en completa armonía con el sentir y la vida.
Yo, Roma, con esfuerzos desmesurados por dejar la racionalidad, sonriendo apenas abriendo la boca los primeros días de vacaciones y luego (a pedido de Tato) pudiendo reírme a carcajadas.
¡Qué lindo es reírse!