domingo, 28 de octubre de 2007

Siempre se vuelve a empezar, pero nunca seremos los Ingalls.



Miro para atrás y recuerdo estar llena de temores al inicio, que fueron aplacados por Triana; de deseos de que todo saliese a la perfección, cuando a mi alrededor todo estaba cargado de malos augurios e incertidumbres, ¡incluso algunos deseaban que mi hijo ni siquiera naciera!
Vivo el presente y mi casa huele a leche con chocolate, a tostaditas con queso blanco, a madera cortada o a plástico derretido, por algún nuevo invento de Triana. El piso plagado de pequeños juguetes, la pared manchada de dedos, el baño con la pileta llena de pasta dentífrica tutti fruti, y pequeños calzoncillos colgados en el balcón. Tenemos la música de la vocecita de Tato preguntándonos cosas, contándonos cuentos, cantándonos canciones, enseñándonos quién fue San Martín, o relatándonos como novedad, que su seño le pudo sacar una foto a Sarmiento y la colgó en la pared del aula…
Y como así nos fue, es que queremos continuar; volvemos a desear prolongarnos, crecer en número, buscar un nuevo integrante, un compañero de la vida… seremos cuatro… buscaremos un nuevo hijo.
Por allá, de vez en cuando, aún en sueños, se asoma el futuro: en una cabaña por la montaña, recibiendo a nuestros nietos, contándoles nuestras historias, transmitiéndoles que si la pelean, en la vida es posible lograr todo.

sábado, 20 de octubre de 2007

Felicidades mamás


Seguramente despertaré temprano, para volver a hacerme la dormida, para que Tato prepare mi desayuno.
Sentiré olor a tostaditas muy tostadas porque Triana y Tato juegan mientras lo preparan, se distraen y las tostadas se pasan.
Seguramente tendré que aguantarme de ir al baño, porque Tato vigilará constantemente para que yo no despierte
Escucharé desde mi cama, que los taloncitos de él chocan contra el suelo, corriendo, con ruido a papel de regalo, diciendo: “¡dale, dale Triana, que se va a despertar!”
Seguramente cantará una canción del día de las mamás, me quedaré mirando a sus ojos, sin cansarme, lo abrazaré y los tres nos meteremos en la cama a tomar mate.
Tato me dirá: “¿Y el regalo de Triana? Ella también es mi mamá.” Y apareceremos esta vez los dos, con un regalo para ella…

Ser mamá es algo tan raro, tan fuerte… es algo que te da el valor para enfrentar las cosas, que te da las explicaciones que hacen falta, es algo que te hace sacar uñas y dientes si tus hijos lo necesitan. Es sentir lo que les pasa, es percibir lo que les puede hacer sufrir, es darle esencialmente la libertad de poder hacer solos su propio recorrido, sabiendo que cuentan con nosotras si lo necesitan.
Muchas felicidades y amor a Triana, que es una madre excelente, que es allí madre adonde yo no soy, o no lo logro tan bien como ella...

Muchas felicidades a todas las madres, muchas felicidades a la mía, y a mi suegra, felicidades a las madres lesbianas o en camino a serlo, porque lo lograron, porque es posible.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Cuando me muera me gustaría ser una ardilla.



Esta mañana, antes de que llegara el micro, Tato me dio charla y dijo:

- Mami, cuando yo me muera quiero ser una ardilla.

- ¿Para qué querés ser una ardilla?


- Para comer bellotas. – dijo con una seguridad increíble.- son ricas las bellotas, las deseo… pero y ¿si viene “la Marta”? (la marta es un animal de la familia de la nutria, enemiga de la ardilla.)

Para ese momento ya estaba absolutamente perdida en su mundo de fantasías, única forma de imaginarme algo vinculado a la muerte de forma apacible.

- Si viene “la marta”, buscaremos la manera de engañarla…

- Si yo soy ardilla seguro que vos sos la mamá ardilla y la madrina otra… pero mejor vivamos con otras ardillas como nosotros, así sabemos como vencer a “la marta”…

- Trato hecho enano.

Si quieres lograr cumplir tu deseo de comer bellotas, animate a convertirte en ardilla, a pesar de la amenaza de la marta.