sábado, 29 de septiembre de 2007

TRIANA.


“Quisiera poder ser objetiva y precisa para poder transmitir cómo es ésta mujer que me acompaña hace casi 9 años de mi vida (los años más importantes de mi vida).
Empezando por lo exterior, puedo mirar los ojos más preciosos, de un verde esmeralda, que en general miran con dulzura, con comprensión, sonriendo.
Nos conocimos un día en el que ninguna sabía que iba a encontrar su compañera, Triana ni siquiera se iba a quedar viviendo en Buenos Aires. Nos vimos, nos reencontramos, algo en nosotras nos daba la señal de que no éramos absolutas desconocidas.
Ella me dio casi todo lo que soy: pude ver a través de ella mis virtudes, pude encontrar momentos de paz en mi alma, pude valorar mi profesión, pude aprender a dar… y lo más importante: pude animarme a convertirme en madre.
Ella es mi equilibrio.
Ella es mi mitad.
Siempre da, siempre mira primero lo que Tato o yo necesitamos, arregla las cosas de la casa, carga con lo más pesado, mutuamente nos empujamos para salir adelante.
Construye cosas maravillosas, inventa, me llena la casa de adornos, artesanías, barcos pirata. Se la pasa haciéndonos chistes.
Es sensible, pero no lo demuestra demasiado, es cariñosa, tierna, me contiene.
Es ella la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida.”

lunes, 24 de septiembre de 2007

La tecnología al servicio del niño.



Nuestra casita estaba llena de diversos inventos y juguetes que Triana iba creando, llegando a su capacidad máxima. Creyendo poder solucionar este problema, le compramos con Tato un rompecabezas de 1000 piezas, para armarlo, actividad que solíamos hacer hasta la madrugada, algunas noches antes de que naciera nuestro niño.
Sábado algo complicado, donde Tato no hacía más que interpelar ambas figuras parentales: madre, madrina, o como gusten llamarlas, en este maravilloso mundo de terminología española… Ya habíamos tenido una charla reflexiva por la mañana, pero ese día no podía con su mal humor.
Por la tarde nos encontrábamos sumidas en el embrujo del rompecabezas, él andaba por ahí armando el suyo. Nos miraba de vez en cuando de reojo… hasta que se acercó e hizo lo peor que se le puede hacer a un armador de rompecabezas: DESPARRAMAR UN PAR DE PIEZAS QUE YA ESTABAN ENCASTRADAS!!! Acto seguido huyó despavorido a su habitación, sabiendo que nuestra ira lo alcanzaría.
Quedamos perplejas por su actitud, como madres primerizas que somos, que no sabemos cuan de malo puede ser un niño o cuan de bueno, y como ráfaga pasó entre nosotras Tato otra vez, dejando un “walkitoki” o intercomunicador, escapando cual correcaminos a su habitación.
Repentinamente comenzamos a escuchar que del aparatejo salían palabras como robotizadas (y no era Fuegotom) que eran emitidas desde la habitación por el otro aparatito que decían: “PERDÓN… LO HICE PORQUE ESTABA ENOJADO, PORQUE YO QUIERO QUE ESTEN CONMIGO, NO LO VOY A HACER MÁS, PEEEEEER DÓN.”Nos miramos y en vez de enojarnos, nos dibujó una sonrisa y seguramente ambas pensamos que nuestro hijo era cada día más inteligente.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Balance.


Es difícil darnos cuenta por los resultados de las cosas, si lo que realizamos es correcto o al menos puede llegar a conformarnos.
Largas charlas nos ocupan con Triana, de cómo proceder ante determinadas cosas que Tato nos plantea, que forman parte de la vida de cualquier niño que está creciendo.
· “Mami, un nene me molesta en el micro, me pega…”
· “La bisabuela no entiende nada, no sabe nada.”
· “La bisabuela dice que estoy empachado y vos dijiste que los viejitos son sabios, así que no como más.”
· “Que Triana se vaya de casa, yo la echo, ella no es nadie.”
· “¿Mamita, estás segura de que tenés espacio para amar a muchos más?”
· “¿Siempre voy a ser tu hijo?”
· “Triana ve cualquier nene y le parece mejor que yo.”
· “¿Por qué me tengo que callar la boca si se hablar y Triana no tiene razón?”
· “¿Por qué los padres les dicen a sus hijos cuando se casan que se vayan a otra casa?”

Nadie les enseña a las madres cómo responder, la coherencia depende de cada una, de los deslices que los hijos les vayan permitiendo hacer. Tato piensa, se equivoca, ríe, llora, se enoja, crece. Tato sufre y es feliz.
Las mamás lo protegen de todos los males posibles, lo forman, lo miman, lloran por los errores de ambas y por las dificultades de él.
La familia es ese lazo de amor que se va conformando, donde uno crece y se prepara para el mundo externo.