miércoles, 22 de diciembre de 2010

El amor va al jardín de infantes


Los primeros calores de verano, corridas a la salida del trabajo, voy a buscar a Tinchi a su jardincito.
La seño me dice que es divino, maravilloso, pero que no para un segundo, y que se va con una mordida de una amiguita, bien… están en la edad donde se reconocen e interactúan de ese modo, época brava donde los humanos comenzamos a registrar la presencia del otro par de ese modo, el más allá de nuestra familia.
Sale medio dormido, todo transpirado, con muestras en su guardapolvo de comida, témperas, mocos, galletitas picadas en los bolsillos… me da mucha ternura y atino a darle un beso. Levanta su cabeza y me dice: “No mami, beso vo no… beso Sopi…”
“Tinchi… ¿quién es Sopi?”
“Sopi e nena me da beso… (Hace que agarra un celular y que yo hablo por teléfono) soy mamá… ¿Sopi? Tinchi e mio eh? Chau”
Al día siguiente indagando con la seño pude averiguar que Sopi, es una nena de una salita más grande, que lo abraza y besa acaloradamente cuando llega.

sábado, 11 de diciembre de 2010

La historia no se repite otra vez


Atardecía en la ciudad, Triana llegó rendida de su labor y ambas tomábamos mate, conversábamos, tiradas en la cama, tranquilidad que duró… unos dos segundos y medio, instante en el que nuestra cama recibió un fuerte impacto: Tato se había arrojado sobre nuestras piernas con una carcajada, manifestando rápidamente (es un niño que felizmente le cuesta callar todo lo que atañe a sus sentimientos) que se sentía molesto o avergonzado, luego definió como celoso, cuando nos ve ahí charlando… Lo abrazamos, jugamos a la lucha y Tinchi comenzó a utilizar su técnica, del “no conozco el como si” y tuvimos que calmarlo. Tato se aburrió de nosotras y se fue por ahí, el pequeñín se quedó en el medio, mirándonos, sonriendo y toma la palabra: “Eta… mamá… (Señalándome) Triana e mamá tabien… mamá y mamá Triana…”
Tinchi pudo nombrarnos a las dos: mamás, seguramente gracias a su hermano que se lo dice, gracias a los encuentros con otras familias homoparentales, gracias a que logramos ambas, en este tiempo, cambiar nuestras cabezas, sacarnos los miedos y reconocernos como familia.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Reencontrándome


Últimamente, hay un movimiento interno y profundo, que fue gestándose de a poco y fue copando más y más todo mi ser.
Puede ser el calor, el sol, la primavera, pero va adentrándose intensamente como gestándose desde las entrañas.
Es difícil de explicar, pero es tan intenso, que me conecta con el sentir.
Varias decisiones he ido tomando, y al volver a repensarlas, necesito ubicarlas en mi propia vida.
Estoy cerca de cumplir años, tengo una pareja hace más de una década, dos hijos maravillosos, casa propia, escribí un libro, planté no un árbol, pero si cuido de varios cactus… y ¿ahora qué? ¿Qué tengo ganas de hacer, de creer, de ser? Aquí es cuando muchos se posicionan en la comodidad de decir: “ya está, tengo la vida hecha…” pero al contrario de eso, creo necesario el planear, como en un juego de ajedrez… el próximo movimiento.
¿Quién quiere jugar conmigo al ajedrez?