viernes, 16 de mayo de 2008

Diario de un pequeño gran hermano mayor



“No entiendo mucho el paso del tiempo, trato de darme cuenta preguntando cuándo será mi cumpleaños y sé que mi hermanito nacerá cerca de esa fecha.
Hay días que me siento raro, con miedo de no se qué, al principio lo único que sugerí es que le compraran una cuna para que no me hiciera pis y caca en mi cama.
Yo no pedí un hermanito como hacen otros nenes, así que esa noticia me vino bastante de sorpresa, por las noches pensaba que quizás dejarían de quererme, que si me decían cosas lindas era solo para conformarme.
Después me dio un poco de bronca cuando Tinchi la dejaba acostada a mami, haciendo reposo, porque no podía jugar tanto conmigo, pero pude disimularlo, la cuidaba y así me ganaba besos, mimos y halagos de ella y frases de Triana como: “¡Ahí está el machote de la madrina!” Que me hacían poner colorado y feliz.
Ahora tengo ansiedad por conocerlo, pero cuando le digo a mami, me responde que aún no puede nacer, que todavía se está haciendo, como si fuera un budín de pan, o un flan… pero que ya falta poco.
Mami está regorda, panzona, se cansa al caminar y camina como un pato, el otro día le pregunté si luego de todo esto volvería a ser linda como antes, me dijo que si.
Triana está todo el tiempo lavando la ropita de Tinchi, haciendo lugar en mi placard, y mimos a mami… le habla a mi hermano desde el ombligo, me da un poco de celos, pero lo aguanto…
Yo tengo sentimientos extraños, trato de distraerme con una nena que me tiene enamorado, pero pienso mucho en Tinchi que ya falta poco para conocerlo.
Quiero que se parezca a mi, que pueda aprender cosas que yo le enseñe y que se sienta contento de tener un hermano mayor como yo. Quiero aprender a quererlo mucho, dicen mis mamis que eso me va a salir fácil.
Tato.”




(Extraído de varias conversaciones embarazosas.)

viernes, 2 de mayo de 2008

Ellos sostienen mis sueños


Desde mi adolescencia me persiguen proyectos, que todo el tiempo el afuera (familia, escuela, parroquia) me devolvía como irrealizables…
Fui creciendo y con mis primeros novios vi como se alejaban las posibilidades concretas de tener ganas de realizarlos…
Ese no era el camino. Hace 9 años y un poquito me encontré a alguien que fue hecha con la otra parte de molde con el que a mi me hicieron, que no le dan miedo mis sueños, que ella misma los estuvo forjando desde su propia infancia. Y será por eso que desde el principio comenzamos a compartirlos y será por eso que al tiempito de estar juntas empezamos a hablar de Tato, de tener un hijo.
Es esa sensación de sentir que la vida “va saliendo de taquito…” cuando estamos juntas, es sentir como ajena una sensación de miedo, o de soledad, o de inseguridad…
Es esperar cada tarde a que Tato llegue del cole para llenarlo de besos y escuchar sus historias, ver su caballerosidad para conmigo estos días de tener que hacer reposo, transmitiéndome que nada saldrá mal.
Es tener ese código familiar que nos hace sentirnos cómplices, cuidados, amados, amparados, comprendidos, que nos asegura que Tinchi disfrutará de nuestros días de pesca, de nuestros paisajes montañosos, de nuestras meriendas compartidas, de compartir con nosotros su vida.
Ellos sostienen mis sueños, los encontré, nos encontramos, los amo.