jueves, 5 de julio de 2007

Decisión tomada: Visita al doctor.


Pasó el tiempo, un día hablando con Triana nos dimos cuenta que sería irrespetuoso que esperásemos más tiempo para tener nuestro hijo, aunque aún no teníamos ni la casa, ni la cuna, pero si todo el amor para brindarle.
Yo sería la mamá, la mamá que lo llevaría en la panza, inicié los estudios médicos correspondientes para descubrir si tuve alguna enfermedad que pudiese afectar el normal crecimiento del bebé ( como toxoplasmosis). Dejé de fumar.
Como 2º paso, fui a conversar con dos personas muy importantes en mi vida: dos amigas que están en pareja hace 15 años y una de ellas conocía al médico que me ayudaría a que mi hijo llegase a mi lado.
El médico es especialista en fertilización y posee el banco de semen más grande de toda la Argentina, provee a todos los centros privados que se especializan en ello. Está muy comprometido en el tema, incluso escribió un proyecto de ley respecto al tema y durante varios años vivió con su familia en una comunidad gay.
Su ética tiene que ver con realizar de forma responsable su trabajo, de poder brindar a todas aquellas pacientes que lo deseen y estén en condiciones la posibilidad de convertirse en madres. En varias ocasiones, centros privados le han derivado personas que por política de la casa no podían atender: lesbianas, mujeres solas.
Las condiciones para los donantes es que se mantendrá el anonimato, deben poseer buena salud, se comprueba realizándoles estudios médicos adecuados.
Realicé el llamado, ambas concurrimos a la primera cita. Nos esperaba el Doctor, sonriente, en un consultorio cálido y nos invitó a sentarnos.
Le dije que éramos pareja y que deseábamos tener un hijo por inseminación artificial. (Recuerdo con ternura a mi pareja, que tenía una campera roja y su rostro estaba del mismo color.)
Nos explicó las condiciones generales del donante y me atreví a sugerirle que si era posible que tuviese rasgos similares a mi compañera, a lo cual accedió, aclarando con lógica que la genética igualmente haría lo suyo.
Nos volvió a citar en una fecha determinada, para iniciar un seguimiento de ecografías para determinar le momento exacto para inseminarme, sin necesidad de tomar ningún medicamento para estimular mis óvulos. Sugirió además que me realizase un estudio ( histerosalpingografia) para corroborar que no tenía ningún inconveniente en mi aparato reproductor. (Aviso que este estudio es muuuuuuuy doloroso, pero si da bien es tranquilizador.)
A la salida Triana me compró un ramo de rosas y con dulzura me miraron acariciándome la panza mientras me decía: “ Ovulito, ovulito, conviértete en Superhijito!”

1 comentario:

Vivi Briongos dijo...

Ese médico les calzó perfecto!!
Qué bueno...
Me emocioné con los últimos tres renglones... :)

Besosssssssssssssss.